Imagine comparar el NASDAQ en el pico de la burbuja en el año 2000 (sé que en ese momento en España era prácticamente imposible).
Invierte en ese punto máximo, y lo que sucede a continuación es un desplome como pocos: pérdidas tan grandes que pocas personas habrían sido capaces de soportarlas sin vender en pleno pánico.
Durante años, ve cómo el valor de sus acciones sigue por debajo de lo que invirtió, y no son pocos años: le toma casi 15 años volver a recuperar su inversión inicial. Más de una década siendo el “tonto del pueblo” que no solo perdió dinero, sino que además tuvo que aguantar las burlas de todos, mientras soportaba las pérdidas.
Cada noche el mismo sueño recurrente: ¿Por qué no habré comprado ladrillo como Pepe el del quinto?
Sin embargo, después de esos largos, largos 15 años de espera, el mercado finalmente comienza a dar señales de vida. Los valores que antes parecían estancados empiezan a recuperarse poco a poco, y al cabo de un tiempo, el despegue comienza a ser posible. Al principio, el crecimiento es lento, casi cauteloso, pero pronto se convierte en una serie de subidas notables que dejan atrás aquellos días de pérdidas y desánimo. Y apetece vender (la mayoría vendería de no ser porque ya vendió en el pozo).
Lo que sigue son unos años de crecimiento tan explosivo como incierto, con alzas que a simple vista parecen irresistibles, pero que también están acompañadas de una volatilidad. Pocos tienen la paciencia y el temple necesarios para mantenerse en el mercado durante esta fase; las oscilaciones son fuertes y, en ocasiones, pueden asustar incluso a los inversores más experimentados (o que dicen ser experimentados). Aparecen los falsos profetas del “yo compré el Nasdaq apalancao x5 en el año de 1375”.
Quienes como Ulises (no el de Joyce que a ese no lo entiende ni su madre) logran aferrarse, finalmente, después de 19 años de aquel pico burbujil, ven cómo su inversión ha crecido casi cinco veces.
¿Pero qué clase de magia es esta?
No es magia. Es un recordatorio de lo complejo y hasta cachondo que puede ser el mercado: décadas de paciencia, pérdidas que pocos soportan y un rendimiento final que, aunque satisfactorio no es más que el 8 y pico esperado y que llega, tras mil tormentas, solo para los que pudieron soportar el viaje hasta el final.
Y Penélope, ¿estará mientras con otro tipo más guapo?
The long and winding road
That leads to your door
Will never disappear
I’ve seen that road before
It always leads me here
Lead me to you door
The wild and windy night
That the rain washed away
Has left a pool of tears
Crying for the day
Why leave me standing here?
Let me know the way
Many times I’ve been alone
And many times I’ve cried
Anyway, you’ll never know
The many ways I’ve tried
And still they lead me back
To the long winding road
You left me standing here
A long, long time ago
Don’t leave me waiting here
Lead me to your door
But still they lead me back
To the long winding road
You left me standing here
A long, long time ago
Don’t keep me waiting here
Lead me to your door
Yeah, yeah, yeah, yeah
¿Quién iba a pensar que esto iba a ser fácil, pero no sencillo?
Bloom dijo algo así como: “Aprender a vivir es como aprender a morir. Uno no sabe lo que se está haciendo hasta que se hace.”
Pues eso sucede en esto de invertir.
Saludos amigos.