Yo juego a la Lotería y al Euromillones. Lo que sigue sonará a una de mis habituales tonterías, pero les aseguro que son los motivos verdaderos para practicar este nocivo hábito. Y los encuentro muy razonables. Aunque se muy bien, no deben recordármelo, que sencillamente tengo todas las matemáticas universales en mi contra. Pero es que los motivos son otros: el miedo y la rabia. Les cuento:
Juego a la lotería de navidad por miedo no, por terror, no puedo explicar su intensidad, pero entenderán la tesitura en la que me encuentro si consideran que me juego unos 300 euros, si, en letras, trescientos, han leído bien, en el juego. Una vez al año, siempre el sorteo de navidad. Todo para mí. Es lo que hacen mis compañeros del trabajo, el grupo más próximo, los que necesito para no volvernos todos locos en el trabajo. ¡Imagínense que toca! ¡Lo imposible pero toca, sale todas las navidades por la tele! ¡Me dejarían solo, no lo duden, totalmente solo ante el peligro! ¡Uds. no saben los que es trabajar en una empresa en lo que todo es un galimatías! La otra opción que considero si no juego es el suicidio y, créanme, ante el desiderátum que es la empresa, jugar es la que menor perjuicio me ocasiona. Solo por eso juego a la lotería.
El Euromillones es otro asunto. Lo hago por rabia, la califico: cochina rabia. Se que aquí las matemáticas señalan que la posibilidad es de 1 entre 76 millones, prefiero no comentar. Pero si tocara sería ………………… una de las mayores alegrías de mi vida, llevo esperándola 33 años, 8 meses y dos días. Llevo la cuenta. Y es que ese día, a quien me soporta desde hace tantos años, le tocó la primitiva, cuando la apuesta costaba 50 pesetas, una línea con 5 aciertos, el premio fueron 250.000 pesetas, en esa época no se aplicaban impuestos. Y el número que le faltaba para los 6 aciertos, lo que representaban una treintena larga de millones, siempre en pesetas, no lo olviden, en la maldita columna de al lado. Y ahora lo sorprendente, mientras yo no paraba de despotricar sobre nuestra mala suerte ella me puntualizó: ¿Nuestra mala suerte? ¡Sera la tuya! Siempre me ha sorprendido como siendo un bobo tengo una enorme facilidad mental para entender los mensajes. Y ese estaba muy claro.
He de reconocer que hizo el mejor uso de ese dinero. ¡Yo no quiero experimentar lo mismo, no! ¡Yo quiero disfrutar del más hondo, insufrible, pecaminoso, horrendo y horrible sentimiento machista, eso sí, excelentemente condimentado con la más extrema educación y cortesía, para decirle, sencillamente, que me ha tocado el Euromillones y su importe, para terminar agravando su pasmo con una frase épica: ME, NO NOS ha tocado el Euromillones. Y se producirá el milagro no obstante el tiempo pasado, ella recordará perfectamente a que me refiero y su resultado. Ella, que no es boba, entiende al instante todo tipo de mensajes. Si, soy un tipo malo, pero a mi modo la quiero
Eso sí, dejaré de jugar a partir de los 75 años. No, por haber entrado en razón, no, es que no soportaría ver a quien me acompaña esbozar una ligera sonrisa y felicitarme por mi suerte, porque seguro que me indicaría con una sonrisa: por su importe y por tu edad. Algunas veces, todos hemos de reconocerlo, hemos visto un brillo, un fugaz brillo de maldad en la mirada de la mujer que nos acompaña y que, realmente, nos quiere. Eso sí, siempre a su manera.