En este libro que ya cumple más de 20 años (se editó en 2003), el autor, Premio Nobel en 2001, analiza a fondo el auge de los años 90 y la posterior crisis de la burbuja bursátil con su consiguiente recesión. Este autor es claramente keynesiano e insiste mucho en el tema regulatorio, en parte porque una de las cosas a las que se ha dedicado a nivel investigador, es sobre las asimetrías de la información en los mercados, es muy crítico con la interpretación que se hacía en ese tiempo de la idea de la “mano invisible” de Adam Smith, que sale varias veces en su libro. Se ha de tener presente que en dicho periodo el pensamiento de la Escuela de Chicago era el dominante y estaba en su apogeo.
El autor también cita mucho en su libro a Charles P. Kindleberger y su libro “Manías, pánicos y cracs: historia de las crisis financieras”
Cuando indica el autor en su título “la semilla de la destrucción”, hace referencia a una serie de actuaciones del sector público (omisión del papel equilibrador del gobierno, desregulación desenfrenada), mala gestión por parte de la FED, y del sector privado: auditoras que tapaban contabilidades corruptas, bancos que aprovechan la desregulación de la ley Glass-Steagal para sacar más partido del auge de la burbuja, conflictos de intereses generalizados, directivos que saquean a sus accionistas y empleados (Enron y WorldCom), sobreinversiones en busca de llegar el primero a los nuevos mercados tecnológicos.
Es un libro idóneo para comprender este periodo histórico. El autor fue miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente Clinton y Economista Jefe y Vicepresidente Senior del Banco Mundial, lo que le da un visión desde dentro muy interesante para entender como se toman las decisiones y cómo actúan los diferentes actores.
He encontrado muy interesante todo lo referente a la influencia de la regulación en el funcionamiento económico.
Paso a poner un párrafo que veo muy aleccionador a nivel histórico:
A lo largo de la historia, los auges y crisis se han asociado a veces con la sobreinversión en nuevas tecnologías: la burbuja de las telecomunicaciones en los años noventa guarda un estrecho paralelismo con la experiencia del telégrafo y el teléfono, o las industrias del ferrocarril en sus días tempranos, y anárquicos, antes de convertirse en monopolios regulados. Los auges y las crisis también han estado asociados a menudo con iniciativas desreguladoras, sobre todo en el sector de las finanzas: la debacle de las cajas de ahorro es un ejemplo reciente en los Estados Unidos. Los felices noventa trajeron ambos de la mano: un entusiasmo sin precedentes, y la consiguiente decepción.
Observen la referencia a los riesgos de la desregularización financiera que hace el autor en 2003, solo faltaban unos pocos años para 2008.
Un saludo para todos Ustedes