Muy interesantes las reflexiones del artículo.
Quien intenta invertir en base a fundamentales normalmente siempre tiene algunos criterios numéricos, a parte de otros más cualitativos, para invertir.
Otro tema es que esos “cálculos” se hagan de forma prudente. Porque coger unos números y extrapolarlos y “creerse” unas valoraciones tremendas en base a unas extrapolaciones que pecan de exceso de optimismo, da igual el nombre que se le quiera poner pero suele dar resultados nefastos a la que actua el peso de la realidad.
Recordar la época de las punto com o de la burbuja crediticia y ver algunos números que se hacían sobre el posible valor de las tech o de los bancos, nos recuerdan que lo realmente importante es que quien hace los números para creer que algo vale bastante más de lo que paga actualmente por ello, se base en números sensatos.
Yo por eso suelo insistir en ver que ha hecho un gestor (o al menos que estuviese gestionando) durante crisis gordas para que tenga consciencia de lo que pueden llegar a cambiar los “números” en según que situaciones.
Hay un ejemplo muy simple (y tal vez demasiado simplificado) pero tremendamente ilustrativo sobre que pasa en las fases alcistas de los mercados, de Fisher, el de Acciones Ordinarias Beneficios Extraordinarias.
Si nos vamos a un sector bastante cíclico y cogemos una de las empresas con más margen y otra con menos, y en una determinada situación, el producto de que venden se vende a 10 euros, pero resulta que el fabricante más eficiente fabrica a 5 euros mientras el otro a 8 euros. Si la situación mejora sensiblemente, y el producto pasa a venderse a 12 euros, resulta que el productor más eficiente sus beneficios creceran un 40% mientras el otro un 100%.
Nos ponemos a extrapolar y a que seguramente durante la fase alcista la empresa que más sube en beneficios más va a subir en términos bursátiles y ya tenemos la excusa perfecta para terminar prefiriendo invertir en este tipo que en el otro.