Supongo que los que de alguna manera formamos el entorno inversor no seremos más que cuatro frikis.
De esos cuatro frikis, hay uno que vende-algo, otro que se lo compra, otro que lo critica todo y otro que pasa olímpicamente de los otros tres.
Probablemente cada uno de nosotros sea una combinación distinta de esos cuatro frikis, lo que nos hace diferenciarnos los unos de los otros.
Y así debería ser.
El problema es cuando al equilibro se le empiezan a ver las costuras y los extremos comienzan a aflorar por las rendijas.
Imagínense que a los frikis les da por la indiferencia.
Pues pocos van a tener éxito vendiendo-lo-que-sea-que-quieran-vender porque ¿quién coño va a molestarse en comprar?. Los que tengan ganas de criticar, lo harán solo por tocar los cojones para llamar la atención.
Mi atrofiado sentido arácnido me advierte que hay un gran crecimiento de los vende-algo y de los críticos.
Y sinceramente, a mí eso me da una pereza infinita, porque siendo cuatro gatos los que nos interesamos por esto, no le veo sentido a eso de comandar guerras de estilos de inversión, vender humo a tus conocidos, o criticar lo que hacen los demás con su dinero.
Decir que el que aquí escribe, está moviéndose hacia la indiferencia, porque eso de ser bombardeado con publicidad encubierta, leer a personajes con dudosos incentivos, ver actitudes tóxicas y presenciar guerras infantiles, pues la verdad es que me da mucha pena.
Para invertir en renta variable, nada de eso es necesario y como decía el subtítulo de un antiguo blog de ciencia: Ignora lo accesorio, atesora lo esencial.