La calidad de los beneficios contables (II)

Comentábamos en la primera entrega de esta serie que la contabilidad, por su naturaleza, tiende al conservadurismo. Expliquemos un poco esto:

  • Una vez elegida una opción, debe mantenerse en el tiempo. Por ejemplo, aunque existen diferentes métodos aceptables de valoración de las existencias (FIFO, precio medio ponderado, etc), no se permite ir cambiando. Ello denotaría una voluntad de manipulación de dichas valoraciones y, por tanto, de los resultados.
  • En caso de duda, conviene elegir el criterio más conservador, que no sobrevalore los resultados. Por ejemplo: en la valoración de la cartera de inversión se suele adoptar la menor valoración entre coste y mercado.
  • La contabilidad es prudente. No asume hipótesis poco plausibles.
  • La contabilidad es nominalista. Se basa en los importes históricamente contabilizados. En caso de fuerte inflación ello constituye un problema. En ocasiones se permiten revalorizaciones de activos, pero no es frecuente.

Quiero enfatizar la importancia de la actitud de la dirección frente a la contabilidad. Asimismo, podemos diferenciar dos tipos de manipulaciones contables:

  • Las permitidas.
  • Las fraudulentas.

En el primer caso se trata de un fallo de actitud de la dirección que debe ponernos en alerta. Lo más probable es que esta dirección esté primando sus intereses a corto plazo frente a los intereses a largo plazo de la propiedad. Actualmente, entre las empresas cotizadas existe una fuerte presión para presentar resultados trimestrales en línea con las previsiones de consenso o por encima de ellas. Lo cual, como se verá, es una locura que puede desquiciar a cualquiera. Ante todo, parece evidente que un trimestre es un plazo muy corto en el que el “ruido” puede imponerse a la “señal”. Aun así, el empeño en analizar y evaluar las empresas tan a menudo puede llevar a que la dirección caiga en la tentación de manipular los resultados. Eso, en el mejor de los casos, es un juego de suma cero: no crea ningún valor para los accionistas y puede suponer gastos y esfuerzo mal dirigido.

Existe lo que se llama “planchado” de los resultados. Imaginemos que una empresa presenta las siguientes cuentas de resultados trimestrales para un mismo ejercicio:

1T 2T 3T 4T TOTAL
Ventas 100 50 75 75 300
Coste ventas -60 -35 -60 -55 -210
Margen bruto 40 15 15 20 90
Gastos indirectos -10 -10 -10 -10 -40
Amortizaciones -5 -5 -5 -5 -20
Gastos financieros -5 -5 -5 -5 -20
BAI 20 -5 -5 0 10

Las cifras son las obtenidas antes de cualquier proceso de “planchado”.

Una dirección poco escrupulosa podría estar tentada a efectuar un “planchado” bastante discreto. Al fin y al cabo, diría, no hacemos nada ilegal.

Recordemos que prácticamente cualquier epígrafe del balance puede sufrir alguna manipulación en cuanto a su valoración, lo que se refleja en la cuenta de resultados.

Así, pues, la dirección, ufana, nos presenta estas cuentas de resultados trimestrales, mucho más bonitas desde su punto de vista:

1T 2T 3T 4T TOTAL
Ventas 90 60 75 75 300
Coste ventas -55 -35 -55 -55 -200
Margen bruto 35 25 20 20 100
Gastos indirectos -10 -10 -10 -10 -40
Amortizaciones -8 -5 -2 -5 -20
Gastos financieros -7 -5 -5 -3 -20
BAI 10 5 3 2 20

Claramente, mucho mejor. Ya no hay ningún trimestre en negativo.

Vamos a ver qué ha hecho. Qué han tocado y cómo pueden haberlo hecho:

  • Aunque parezca mentira, se pueden pasar ventas de un periodo a otro, simplemente no siendo muy escrupulosos con el corte de operaciones.
  • Asimismo, el coste de las ventas se puede retocar del modo indicado anteriormente y/o modificando los criterios de valoración de existencias.
  • Los gastos indirectos, como excepción los dejan igual. Al fin y al cabo se trata en su mayoría de coste de personal (nóminas y seguros sociales) y facturas de proveedores. Aunque, en caso de necesidad, también existe posibilidad de cierta manipulación (por ejemplo, reconociendo tarde el coste de la electricidad)
  • Las amortizaciones y dotaciones han sido retocadas para conseguir el fin deseado. Si bien es difícil manipular amortizaciones del inmovilizado material, no es imposible (por ejemplo, retrasando un mes la amortización de un elemento nuevo). Donde la dirección tiene algo más de margen es en las provisiones (insolvencias de clientes, por ejemplo).
  • Finalmente, los resultados financieros también pueden sufrir retoques, básicamente de reconocimiento temporal de algunas partidas.

Como vemos, con poco esfuerzo, y sin cometer ninguna ilegalidad, aparentemente, nuestra dirección ha conseguido unos resultados mucho más presentables. Aquí el problema es la voluntad de manipulación, que deberíamos tratar de evitar. Si sospechamos que sucede, hay que investigar un poco más.

Como decía Thomas de Quincey, “Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes”.

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No sé cómo se me paso este hilo que abrió nuestro querido @xiscomartorell . La verdad es que hay tantos que tengo aún sin leer…
No le da la vida a uno ya. Comento para reflotarlo.

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El principio de devengo y más en los trimestres, es más que cuestionable, sí.

Y hasta las entradas en el almacén que, hasta que uno no entra en el detalle de ver el albarán, fíjese si es fácil registrarlas sólo cuando te llega la factura…

Otra cosa muy habitual es jugar con el working capital reconociendo o no trabajos producidos no facturados o viceversa con los gastos.

Aquí los más comunes suelen ser los “no periódicos” como cosas puntuales que se pagan una vez al año y demás.
La gente seria lo periodifica imputando 1/12 parte mensual para registrar debidamente un gasto “por un servicio anual” durante todo el año, pero ya saben…

¿Recomendación @xiscomartorell para mirar bien?
A mí personalmente me gusta centrarme mucho en el estado de flujos para ver lo que “realmente” ha hecho la plata.

No sé si usted nos puede dar alguna otra.

Gracias por el hilo. A ver si encuentro el resto de partes.

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No estoy de acuerdo. El principio de devengo es el faro que nos ilumina aquí. Otra cosa es que, con mala fe, se manipule o se fuerce su aplicación.

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Un muy buen comentario, @camacho113 . Intentaré aclarar algunos de los puntos planteados.

Desgraciadamente, si nos quieren engañar, nos van a engañar. Me refiero a una dirección poco honesta. Es por ello que, ante la más mínima sospecha en ese sentido, hay que extremar las precauciones y “aplicar la lupa”. Como auditor que soy, recomiendo leer íntegramente el informe anual de auditoría de las cuentas anuales. Cualquier cosa que no sea una “opinión limpia” debería servirnos de advertencia. Hay que entender qué quiere decir el auditor con su salvedad -si la hay- o limitación al alcance o incluso párrafo de énfasis, y ponerse en lo peor. El lenguaje de los auditores está bastante estandarizado y puede, especialmente al no versado en el tema, inducir a error.

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El inmovilizado inmaterial y su contabilización.

En este epígrafe a menudo se incluyen lo que no son más que gastos activados. Por ejemplo, los gastos incurridos en acudir a una feria internacional. Imaginemos que nuestra empresa no tiene demasiados beneficios; para expandir nuestra cartera de clientes enviamos una delegación comercial más o menos nutrida a una feria del sector, digamos que en Tokio, incluyendo el alquiler de un estand en dicha feria. Los gastos totales son cuantiosos (varias personas durante cinco días en Japón): hotel. billetes, alquiler del estand, gastos de representación, etc. Si, como hemos dicho, nuestra empresa no es muy boyante, existe la fuerte tentación de activar dichos gastos. Así, en el Activo del balance luciría un importe en concepto de gastos comerciales plurianuales. Es, precisamente, el presunto carácter plurianual de los gastos el que podría justificar dicha activación -en lugar de llevarlo directamente a gasto-

Este tipo de conceptos se amortizan por el método directo: es decir, no se constituye, como es el caso del inmovilizado material, un fondo de amortización, sino que, cada año, se va descontando una parte, llevándose a gastos. El plazo más habitual serían cinco años.

¿Qué es más prudente? Para mí, a no ser que existan importantes motivos para la activación, los gastos deberían reconocerse en el periodo en el que se han incurrido. Lo contrario supone diferir el gasto en varios años; al mismo tiempo, en el Activo tendremos, durante algunos años, un activo totalmente ficticio, que no se puede vender ni supone ningún derecho de cobro frente a terceros. Por tanto, ojo al abuso de estas prácticas poco conservadoras.

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Cita

¿Nos serviría de ejemplo lo que está haciendo Intel ahora que pintan bastos?

Estiman un impacto de +2,6 billion de Gross profit, -1,2 billion de inventarios… Total eso no es na chiqui como diría aquella

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Alargando la vida útil estimada de esa maquinaria e instalaciones, de cinco a ocho años, la dotación anual (el gasto contable) disminuye en proporción. La empresa dice que ello permite reflejar más fielmente la situación real. Habría que ver si está justificado o no. En cualquier caso, no parece muy conservador. Como insinúa, mejora la apariencia de la cuenta de resultados. Por otra parte, cambiar “sobre la marcha” la política de amortización de un activo es algo poco frecuente, que necesita una plena justificación.

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Como siguiente derivada de este asunto: más vale que la dirección de la empresa se concentre en mejorar la marcha del negocio, y no malgaste su tiempo y esfuerzo en un asunto tan poco provechoso como éste.

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