Originalmente publicado en: Información cualitativa y cuantitativa. – El Cántaro y la Fuente
Querida comunidad de +D,
Espero que todos ustedes hayan tenido un buen verano y un merecido descanso. Encuentro que las vacaciones suelen ser un momento propicio para pensar, leer y escuchar buenos podcasts si los productores no están de vacaciones.
Ese ha sido el caso con el podcast de +D. En uno de los últimos episodios uno de los tertulianos comentaba que para él la información cualitativa era menos importante que la cuantitativa, ya que la primera es irrelevante si no tiene impacto en la segunda. En otras palabras, y se estaba hablando creo recordar de los gestores de empresas, si un buen equipo gestor del que se tienen buenas referencias no traslada estas “buenas vibraciones” a las cuentas de la empresa, de nada nos sirve. Es decir, el buen gestor tiene que tener un impacto en los estados financieros de la compañía.
Estoy muy de acuerdo con esta observación. Al final la gestión, si es buena, tiene que trasladarse a los números. Por eso opino que la ventaja inversora consistente en “tener acceso al management” está sobrevalorada. Por un lado se crea un sesgo sobre las empresas a las que se tiene acceso sobre las demás, y en segundo lugar los directivos son muy hábiles (en distintos grados) vendiendo su mercancía, mientras que los números, digamos, los interpreta el inversor de un modo más frio, racional y homogéneo.
Como casi todo en la vida este tema también tiene muchos ángulos y matices. Voy a entrar solamente en uno de ellos. La honestidad de las empresas a la hora de elaborar su información cuantitativa más relevante: sus estados financieros. La cuenta de resultados, el balance y el estado de flujos de efectivo. Lo anterior puede extenderse a otros números de los informes periódicos. Si la empresa no reporta sus números de forma honesta la información cuantitativa nos puede llevar a engaños muy perjudiciales como inversores.
Pongo dos ejemplos extraídos de mi experiencia como alumno del Master de Value Investing de OMMA. En uno de los módulos estudiamos brevemente las técnicas clásicas de “contabilidad creativa”. ¡Hay muchas! ¡Y habrá otras tantas que no salen en los libros! La contabilidad, al contrario de lo que yo pensaba, no es una actividad rigurosa y matemática, sino que tiene sus interpretaciones y decisiones que afectan a los números. La mayoría de empresas, así para empezar, eligen (creo yo) las interpretaciones de los principios contables que más les convienen. Es normal que lo hagan. Quieren que la empresa salga guapa en la foto. El asunto es donde una cierta interpretación de las normas contables pasa de ser un “pecadillo” venial a ser un fraude en toda regla. Se me vienen a la mente casos como Enron o Worldcom. Uno de los compañeros del máster se tiró mucho tiempo diseñando unas “pruebas” para detectar contabilidad creativa. Creo que se basó en el libro “Financial Shenanigans” de Howard Schilit. Ignoro si los grandes fondos de inversión que seleccionan acciones utilizan algo así, pero parece en principio una gran idea. En cuanto a este compañero, directamente decía: “los criterios no son blanco o negro, pero si tengo sospechas generalmente no compro”.
El segundo ejemplo era en el módulo de valoración de empresas. El profesor (profesional en Bestinver) nos hacía cuadrar la caja neta por un procedimiento concreto que de nuevo daba como resultado un descuadre que había que interpretar. Por lo visto esa técnica empezaron a usarla a raíz de un fraude que sufrieron con Pescanova: “De haber cuadrado la caja neta no hubiésemos entrado en la compañía”.
El tema abre un mundo de otras consideraciones, que quizá sea mejor dejar para los comentarios. Por ejemplo ¿Es el nivel de control sobre la contabilidad el adecuado? ¿Mejor en USA o en Europa? ¿Qué podemos decir de jurisdicciones con estándares más débiles de gobernanza? ¿Cumplen siempre los auditores con su papel? La lista puede ser muy larga.
Y en cosas así he estado pensando en verano…
Un saludo y feliz inversión,
Juan Cogollos
Ahorro + Inversión = Prosperidad