En estos momentos de incertidumbre en los que nos encontramos tanto en los mercados como en lo referente a nuestra salud y la de nuestros familiares, quería compartir con ustedes unas reflexiones que nos permitan aislarnos un breve instante de lo más importante centrándonos en nuestro pequeño mundo inversor, que de un modo cómico también suele acabar representando con mucha similitud otras facetas de nuestra vida. Pensamientos los mios, sin importancia, sin ninguna pretensión más allá de intentar realizar una pequeña conexión anónima con uds, palabras disueltas en el aire para que se respiren y exhalen fácilmente y para que con suerte acaben formando parte de alguien más durante los latidos que dure esta lectura.
Durante estos días creo que todos hemos podido asistir a diferentes reacciones por parte de la comunidad inversora, también a nuestras propias reacciones que nunca terminan de sorprendernos. Algunos inversores que juraban fidelidad a un estilo venden en pánico y viran su estrategia, otros se mantienen indiferentes y siguen su plan, los hay que no pueden mantener el rumbo vencidos por la zozobra o se dan cuenta de que era un plan que no contemplaba las traicioneras emociones y acaba naufragando. Los avezados que atesoraban liquidez acaban malgastándola en un impulso en la primera bajada debido a la ansiedad acumulada de la espera, y el inversor tipo Nostradamus ya decía estar fuera del mercado conociendo la existencia de la crisis de antemano y aún espera a encontrar el momento ideal para entrar.
No importa si lo que estos inversores muestran es real o si es solo una ilusión, no importa cual sea su miedo o tentación, la única realidad es que al igual que a Ulises durante sus viajes, a nosotros los inversores en nuestra Odisea particular, las aventuras y los cantos de sirena se nos presentarán en diferentes momentos y ocultos detrás de diferentes melodías.
Cantos de sirena públicos como los farsantes en redes sociales o foros en los que aparecen mesías y expertos, donde se repiten frases manidas acerca de la importancia del carácter en el proceso inversor o palabras descontextualizadas de grandes inversores bajo un halo de autoridad. Cantos más íntimos son la avaricia, la pereza, la falta de autocrítica y de honestidad con uno mismo, los errores de soberbia en la venta y compra durante el stock picking, gestores y fondos estrella que nos susurran sus bondades al oído, empresas que componen y que nunca necesitaremos vender, gestión indexada que nos bendice en nuestra ignorancia, jugosos dividendos mensuales de empresas excelentes o métodos cuantitativos impasibles que prometen elevarnos más allá de nuestras debilidades humanas.
Estos cantos y muchos otros, no podremos acallarlos ni desgarrando nuestros tímpanos, ya que no pertenecen al mundo exterior si no que surgen desde lo más profundo de nuestra identidad y forman parte inseparable de nosotros. Una dualidad mantenida en un delicado equilibrio, como un baile al borde de la locura absoluta y la máxima cordura y frialdad estoica otorgándonos uno de los rasgos más distintivos de nuestra naturaleza humana, la convivencia de la razón y el instinto ancestral, la realidad de lo que somos y la fantasía de como queremos ser y nos percibimos. La lucha entre ideales y debilidades, entre ignorancia y consciencia, entre la auténtica libertad y la esclavitud.
Precisamente en estos momentos donde el equilibrio entre razón e instinto se rompe es el momento crucial en el que debemos atarnos al mástil o ancla que nos evite caer en la tentación de nuestros particulares miedos, que para mi y de manera personal, constituye el mástil de la razón donde las cadenas que me atan al mismo son mis innumerables y fútiles horas de lectura en este foro y en otros lugares en busca de respuestas a preguntas con una certidumbre inalcanzable.
Seamos como Ulises, usemos la razón para que los dioses nos respeten. Sean audaces y decididos, no tengan miedo a hacer el ridículo ni a ser honestos, cuestionen su razón y la de los demás y hagan lo que hagan piensen que siempre pueden estar equivocados, recuerden que conclusión es el lugar al que llegamos después de cansarnos de pensar .
Y para despedirme y animarles a ser mejores durante estos tiempos inciertos apelando a esos ideales que tan humanos nos hacen, me gustaría dejarles a riesgo de ser muy típico, el archiconocido poema de Rudyard Kipling que enciende como ningún otro esa mecha dentro de nosotros. Un placer.
Si…
Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la pierden y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.
Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: “¡Resistid!”.Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!