Anoche veíamos una película brillante por lo profundo que entra en tus sentimientos, te deja un sabor dulce y amargo, triste y alegre. Refleja muy bien las sensaciones que tienes cuando persigues un sueño, el camino y el objetivo.
Los sueños te dan una razón por la que levantarte cada mañana, conforme pasan los años he ido perdiendo la capacidad de soñar, no se si es porque estoy más cerca que nunca de lo que considero la felicidad, o porque cada vez me convierto más en un autómata conformista.
Ese sentido que tiene la vida cuando persigues algo se puede convertir en una obsesión, como en todo, hay una gran escala de grises entre los que pasivamente se ponen a imaginar y no toman nunca acción porque hay una serie de impedimentos casi siempre auto impuestos, y los que se dejan literalmente la vida en seguir adelante, no se qué es lo que hace reaccionar de esa manera, no se si es lo mal que te trata la vida o bien es algo genético, pero pienso que cuánto más sufrimiento soporta una persona se genera un caldo de cultivo para una reacción proporcional al mismo, de hecho el más denigrado del colegio estoy seguro que luchará para resarcirse de una u otra manera en el futuro, no siempre por el camino productivo, quizá también intente resarcir ese resentimiento con rabia y dolor en alguien ajeno en lugar de con productividad personal. También quizá esa brillantez ya anidaba en su ser cuando estaba en edad escolar, pero estaba acompañada con una incapacidad en las relaciones sociales, razón por la cual sufría esa crueldad por parte de los demás, ya sabemos que cuando no entendemos algo tendemos a rechazarlo en lugar de estudiarlo.
Volviendo al tema, la sensación de afrontar tus días con la ilusión de algo mejor en un futuro, nos hace avanzar, nos hace soportar presiones que de otra manera serían insufribles, por lo tanto nos hace vivir con dignidad, con disciplina, con la vista puesta al frente, esa sensación se parece mucho a la felicidad, si soportas mejor el sufrimiento, si afrontas la vida con optimismo, estás mucho más cerca de vivir con gozo cada día que el común de los mortales, y qué es eso sino felicidad, al menos por comparación subjetiva.
Pero también pienso en el dorado día, si es que llega, en el que el objetivo se convierte en realidad, no siempre 100% fiel al sueño pero si muy cercano a él, tras un largo camino en el que habremos “roto muchos jarrones” quizás algunos sean irreparables y pensemos en ellos aún años después, y sonará en nuestra mente el fiel ruido de los pedazos golpeando el suelo, un ruido insoportable, un peso con el que tenemos que cargar, es ley de vida.
Cuando ese día llega esa diferencia entre el 100% de lo que pensábamos que sería nuestra vida y la realidad actual, nos hace sentir un escalofrío difícil de definir, y hay otra variable, la grandísima diferencia entre la persona que éramos cuando el sueño se comenzó a forjar y la persona que somos ahora, ah, diferencia insalvable ya que cuando una persona sueña con algo al final sueña con convertirse en otra persona, es muy duro amigo, en eso no se suele pensar, dejar de ser una cosa para convertirse en otra, avanzar al fin y al cabo, y con la vista atrás en ese acantilado de sentimientos, reflexionamos, ha valido la pena el viaje? Si, ahora somos mejores personas? Casi con seguridad, tras pasar por dificultades hemos crecido como personas, tenemos mas apertura de mente, el crecimiento es para lo que estamos preconcebidos así que determinamos que sí. Ahora, la gran pregunta es, qué pasa si paramos ahora? Éramos un ente en metamorfosis y ahora se nos presenta el final del camino, de la lucha, dónde está ahora el sentido para levantarse cada mañana, ahora el sufrimiento es por mantener una posición estática, los problemas son otros, nunca vivimos en ausencia de ellos, por lo cual, dónde estábamos mejor, en el camino o en una posición estática? Difícil determinarlo, subjetivo, y como todo lo subjetivo, tras la consecución del objetivo, tenemos más valor por el objetivo o por la persona en la que nos hemos convertido por recorrer el inevitable camino.
Sin aquella obsesión ni siquiera nos hubiéramos movido del sitio, hubiéramos vivido otras dificultades defendiendo nuestra posición, tratando de estabilizarnos, para acomodarnos, pero teniendo menos herramientas para hacerlo, pero con esa manera de pensar nunca podríamos compararnos con nuestro otro yo, simplemente no tenemos ese conocimiento, somos otra persona, y si esa persona no ansía otros sentimientos, otras vivencias, otras pertenencias, otras compañías… Tiene menos valor? Si las personas valemos por nuestro intelecto, por nuestro conocimiento, por nuestra resiliencia… La repuesta es clara, si las personas valemos por nuestra felicidad y la persona que somos ahora no necesita más y vive en paz consigo mismo y con los que le rodean y con las cosas que posee, un " me planto " en las siete y media, qué tiene aquello de malo, plantarse con 6 en lugar de pedir otra carta y pasarse, pues nada es blanco o negro y volvemos a la escala de grises, aquí el lugar en el que te encuentres determina el camino a seguir, y ahora el paso más difícil de todos, saber que necesita tu yo más profundo para estar en paz, personalmente la búsqueda constante me relaja, el aprendizaje me reconforta pero necesito estar tranquilo, disfrutar de lo que tengo, agradecerlo.
Así que la búsqueda de los sueños no se tiene que ver como la pérdida de algo por el camino porque esas pérdidas nunca sabemos si serán buenas o malas para nuestro futuro, todo depende del camino, a veces casi ahogados en el lago encontramos madera donde asirnos y al encontrar la manera de volver encontramos un tesoro, la vida es un juego, sin más, en los videojuegos volvemos a empezar, aquí no podemos reiniciar pero cada vez que “perdemos” en la vida real, en lugar de retroceder, nuestro personaje evoluciona, es inevitable y en el siguiente bache, ya no seremos el mismo.