En la vida todo es comparación y al final lo que hacemos y como nos comportamos también.
Elegimos el camino fácil al invertir o estamos eligiendo el camino difícil?
El camino de la inversión es el dificil y el camino fuera de ella es el habitual, el fácil, al menos así lo suele ver la gente, pero si nos ponemos a analizar las consecuencias de cada cual, quizá no esté tan claro.
Nuestros sesgos nos llevan a pensar que lo más fácil es comprar una vivienda endeudándonos media vida y que no hacerlo es tirar el dinero a la basura, sin haber realizado quizás un estudio pormenorizado de todos los detalles y costes acarreados.
Tirar el sueldo neto de un año o más en un coche con un crédito y sus intereses, parece no tener el más mínimo problema compensado con el de llevar un coche X y aparentar ciertas cosas que son medias verdades.
Qué duda cabe que la publicidad y el marketing calan hondo en nuestros pensamientos, en nuestros sueños, idealizando ciertos productos hasta hacernos pensar que nos harán felices, especiales, diferentes, haciéndonos plantear, incluso cuando se tienen las ideas muy claras, sí estamos “desperdiciando” nuestra vida no comprando el producto de turno de la marca de turno.
Al fin y al cabo hablo del consumo y de su influencia en nuestra felicidad.
Hablo de dónde está el término medio y su virtud entre el gasto y el ahorro, entre el consumo desmedido y uno razonable todo ello en base a los ingresos.
O no hace falta tampoco tener en cuenta esa variable (ingresos)? porque está claro que las necesidades son las necesidades y más allá de ellas está todo lo superfluo.
Pero qué es superfluo y qué es necesario? hasta qué punto debemos sacrificar nuestros ingresos para obtener según qué lujos o bienes a cambio?
Dónde está el término medio de comer caviar todos los días a comer arroz todos los días.
Y ese término medio, dónde está en África? Dónde lo fijan en Chicago? Y en Cuba?
Y qué influencia tiene en nuestra felicidad en la que mucha parte está en la comparación, ahorrar buena parte de nuestros ingresos y destinarlos a un consumo futuro o al bienestar de nuestra progenie en detrimento de nuestro consumo actual? (siempre que se tenga esa capacidad de elegir)
Cuando voy a hospitales o entierros siempre me asalta el mismo pensamiento criticandome a mí mismo no llevar una vida más espiritual y familiar, centrándome en las cosas que para mí si tienen importancia y que se reafirman fuertemente en esas situaciones.
Y ustedes cómo buscan o encuentran el equilibrio?