Con la ayuda de ChatGPT guiándolos en cada apartado he escrito este artículo.
El 28 de abril de 2025 se produjo un apagón masivo en la península ibérica que afectó a España, Portugal, Andorra y parte del sur de Francia. La causa principal fue una pérdida súbita de generación eléctrica, especialmente solar, que provocó una desconexión del sistema peninsular respecto a la red europea. En solo cinco segundos se perdió aproximadamente el 60% de la generación eléctrica de España. Aunque aún se investiga si hubo un fallo técnico o incluso un sabotaje, el impacto económico puede estimarse razonablemente.
Estimación inicial del PIB perdido
El PIB anual de España ronda los 1,46 billones de euros. Dividiéndolo entre unos 250 días laborables, se obtiene un PIB diario de unos 5.840 millones de euros. La media jornada laboral representaría la mitad: unos 2.920 millones de euros.
Reducción real por servicios que sí funcionaron
No toda la economía se paralizó. Hospitales, policía, servicios de emergencia y algunas infraestructuras críticas funcionaron gracias a generadores o protocolos especiales. También hay sectores como colegios o ciertos servicios públicos que, aunque pararon, no representan una pérdida directa de valor económico. Estimando que entre un 40% y un 60% de la actividad total se vio interrumpida, la pérdida realista de PIB estaría entre 1.170 y 1.750 millones de euros.
Corrección por actividad recuperada posteriormente
Parte de lo que no se produjo o vendió durante el apagón se recuperó en días posteriores: citas reprogramadas, turnos extra en fábricas, compras aplazadas, etc. Según experiencias similares, entre el 50% y el 65% de la actividad puede desplazarse o recuperarse en parte. Si asumimos que un 35% de la pérdida inicial es definitiva, eso reduce la pérdida neta a entre 410 y 610 millones de euros.
Actividad económica inducida por el propio apagón
A esto hay que sumar que el apagón generó su propia actividad: reparaciones urgentes, venta de generadores, horas extra de técnicos, rediseño de protocolos, etc. Todo eso cuenta como producción económica y por tanto se suma al PIB. Sin embargo, es importante matizar que aunque suma en términos contables, no mejora el bienestar neto: son gastos defensivos, necesarios solo porque algo falló.
Consideraciones adicionales
El apagón también generó problemas de transporte, con trenes y metros detenidos y miles de personas atrapadas en estaciones. Aunque estos efectos no siempre se traducen directamente en PIB perdido, sí reflejan costes sociales y organizativos importantes. Además, el apagón dejó sin comunicaciones a millones de personas, afectando especialmente a quienes dependen de internet o telefonía móvil para trabajar.
Reflexión sobre el impacto real
Muchos servicios públicos y privados se vieron forzados a actuar de forma intensiva durante y después del apagón: bomberos atendiendo situaciones de riesgo, policías gestionando el caos urbano, operarios trabajando sin descanso para restaurar redes eléctricas, empresas de consultoría elaborando diagnósticos, o compañías realizando reparaciones urgentes. Todo esto representa un aumento del PIB, pero también una carga adicional para el sistema: son horas extra, presupuestos de emergencia y recursos desviados de otras tareas esenciales. Por tanto, aunque esta actividad se registre como crecimiento económico, en realidad refleja un coste social elevado y una presión extraordinaria sobre servicios fundamentales que ya suelen estar al límite.
Conclusión
Aunque el valor teórico perdido en media jornada era de casi 3.000 millones de euros, la pérdida real tras ajustar por servicios que continuaron, actividad recuperada y actividad inducida por el apagón probablemente se sitúe entre 400 y 600 millones de euros. Esta cifra es relevante, pero más allá del impacto económico, el apagón puso de manifiesto la vulnerabilidad de sistemas críticos y la necesidad de mejorar la resiliencia eléctrica en el sur de Europa.