https://www.amazon.es/Capital-Returns/dp/1349959022
https://www.amazon.es/Rendimientos-del-capital-inversión-2002-2015/dp/8423431878/
Capital Returns figura en muchas listas de libros imprescindibles entre los que se jactan (¿nos jactamos?) de tomarnos en serio esto de la inversión. El libro es una compilación clasificada por distintas temáticas y editada por Edward Chancellor de las cartas a los partícipes de la gestora Marathon Asset Management. He estado leyéndolo y me he decidido a perpetrar una reseña opinada que espero que les sirva para al menos pasar el rato, igual que me ha servido a mi el escribirla.
El principal planteamiento inversor de Marathon gira alrededor del análisis y evaluación de la posición de la empresa y su sector dentro del ciclo de capital. Este planteamiento se basa en tomar a la Oferta como el principal motor de la idoneidad de la inversión en una determinada compañía. El texto describe el ciclo como una fluctuación entre el exceso de Oferta y el exceso de Demanda, con la mayoría de las compañías actuando siempre con el pie cambiado precipitando así las desviaciones que permiten al analista aprovecharse de las situaciones de “miseria” o “hecatombe” que se producen cuando tras la “euforia” la capacidad se desborda y el exceso de inversión trae su propia ruina consigo. Un sospechoso habitual que acompaña a esta situación es la presencia de capital barato y abundante. A estas alturas dudo que el experimentado lector de +D sea totalmente ajeno a lo que me estoy refiriendo; quien más quien menos ha participado de alguna naviera, mina de carbón o petrolera y se ha forrado al cogerlas en la parte baja del ciclo, tras haber distinguido perfectamente que su elección era una de las que se iba a quedar tras la “consolidación” y “ruina” y depreciación de todas las empresas que no se podían comparar con nuestra selección (o la de nuestro gestor du jour)
Este planteamiento del ciclo ciertamente tiene una buena lógica y ahí parecen estar los resultados de Marathon como testigos de su éxito. La metodología se convierte en otro clavo más en el sarcófago de la teoría del mercado eficiente y los autores no tienen ningún problema en tirar por el sumidero a la valoración por descuento de flujos como ejercicio teórico altamente sensible y por ello intrínsecamente inútil salvo que nos queramos emborrachar de exactitud a expensas de la resaca de la corrección.
Al reflexionar sobre el planteamiento uno piensa en cuántos errores nos ocultan los autores tras los casos de éxito que nos enumeran y nos narran. Ciertamente la lógica se ajusta como un guante al relato, pero incluso en el caso de que Marathon tenga un alto grado de acierto, tampoco sabemos si no puede haber también un grado de “muchos fueron los llamados, pero pocos los elegidos”. En mi opinión creo que el “modelo mental” de pensar en la Oferta es una buena herramienta que incorporar a nuestro arsenal y la teoría del ciclo, pues también, aunque no estaría muy seguro de si la sabría utilizar o de si me embarcara en el empeño no flaquearía al primer -30% que se me presentara. Es lo que tiene el hacer juicios cualitativos para un servidor.
Los autores son también muy realistas en reconocer que no dominan el market timing y necesariamente su orientación ha de ser al largo plazo, pues nadie sabe cuándo el ciclo se va a dar la vuelta y cuándo los “animal spirits” o los míticos catalizadores van a empezar a hacer su magia y nuestras elegidas, almas en pena en el erial de su sector despreciado, olvidado y del que todos huyen, va a arrancar y acelerar hacia la parte alta del ciclo, donde podrán realizar toda esa energía potencial acumulada tras años de vagar por el desierto y el muelle saltará con fuerza inusitada.
Es muy importante en toda esta composición el papel del equipo directivo, pues sólo los mejores asignadores de capital van a ser capaces de ser hormigas y no cigarras, utilizando el verano para empapelar (metafóricamente hablando, no me sean mal pensados) y ahorrar denodadamente preparándose para ese invierno en el que se quedarán con todo el mercado, comprarán aquellos activos que les interesen y desposarán a las ahora viudas de aquellos valientes que murieron en el empeño del “esta vez es diferente” y se arruinaron comprando pisos para alquilárselos a los turistas cuando las comunidades de vecinos, habitadas por nuestros jubilados de oro, ya les estaban señalando a los ayuntamientos el camino a seguir.
Sí que se atisban algunos ejemplos en los que la jugada no salió del todo bien. Además del archiconocido desastre .com también hablan los autores de la industria de los semiconductores. Como siempre, es fácil mirar por el retrovisor sobre todo cuando alguien ha escrito y la tinta se secó ya hace algún lustro que otro. Pero otra vez, pensando un poco más, quizá no es que se hayan equivocado sino que se pone de manifiesto la presencia del mayor riesgo al que se puede enfrentar “la metodología”. Y este es la irrupción de un cambio de paradigma (o un regulador desenfrenado). ¿Quién iba a pensar que los bitcoins y luego todas esas matrices que impulsan al ChatGPT iban a conseguir que un bastante desconocido fabricante de tarjetas gráficas para jugar al Duke Nukem se convirtiera en la empresa de mayor capitalización del mundo, superando ya los tres billones (españoles jojo) de dólares y haciéndole un adelantamiento a Intel del que probablemente nunca se recupere, cuando Intel era qué se yo el Boeing, el IBM, el Kodak de los semiconductores?
Tampoco se me olvida (discúlpenme el desorden, tendrían Vds. que ver mi habitación de adolescente) esto de seleccionar a los mejores equipos directivos. Me resulta difícil el hacer este tipo de valoraciones y el Pepito Grillo del “más tarde o más temprano un tonto acabará dirigiendo el mejor negocio” no se me llega a olvidar, cual tinnitus mungeriano. No se, estos casos de grandes directivos normalmente suelen ser bastante endogámicos y con poca variedad. Y si no, miren lo que pasó cuando la estrella de Smurfit Kappa se metió a panadero o uno de los grandes directivos de Apple se metió a transformar no recuerdo ya qué gran empresa de Retail (¿era Sears?) y se pegó una galleta que para quitarse el disgusto se tuvo que gastar un parte del bono trimestral recorriendo los tres estrellas Michelin de los siete continentes.
El libro le hace algún arrumaco a inversiones como Amazon (intuyo que por la presencia de Nick Train) pero tampoco la acaba de encuadrar en la teoría del ciclo del capital, quizá un ejemplo de lo del equipo directivo y tal, pero quién sabe si el editor fue óptimo intentando hacer cuadrar el círculo.
Imagino que algunos de Vds., tras el entusiasmo inicial, acabarán pensando aquello de que esto está muy bien y es muy entretenido pero Manolete sólo hubo uno, y para todo lo demás el MSCI World y los retrocesos de Fibonacci para surfearlo bien. No les culpo, al fin y al cabo canas y kilos tienen que tener un lado bueno (junto con los sabios consejos de sus Sras.) tras la comprobación personal del “nadie espabila por cabeza ajena” de los años mozos de cada cual.
El libro acaba con un capítulo más prescindible alrededor de por qué China es no invertible, con múltiples ejemplos y racionalización al respecto; no indagan del todo en la conexión que plantea la globalización y cómo de difícil puede ser el evitar a China por mucho que se empeñe uno, pero bueno, no les quito razón en absoluto sobre lo que comentan. El problema quizá es que a China se la ve venir y en otros mundos, como el del Private Equity (al que también le zumban mucho, pero vaya por Dios este parece que va de cine) o en geografías más temerosas de Dios igual precisamente la pátina de honorabilidad hace más difícil ver lo que puede estar sucediendo y la sorpresa se haga todavía mayor. Todavía se acuerda uno de Wirecard y de las amenazas a los periodistas del FT que lo levantaron; no sólo amenazas, sino incluso procedimientos legales incoados por el Estado alemán contra ellos.
El último capítulo del libro sí que ya pasa de la prescindibilidad al puro relleno (les aseguro que se de lo que me hablo). Nuestros amigos gestores metidos a literatos se descuelgan con una sátira sobre los sectores del Private Equity, la banca de inversión y los individuos sin escrúpulos que los habitan, y no se ocultan mucho mostrando sus simpatías por Goldman Sachs y los inefables Mr. Paulson, y más indirectamente, Sre. (¿se abreviará así) Draghi como alumnos eméritos de tan prestigiosa organización. Yo creo que igual que cuando a Johann Cruyff le daba un ataque de entrenador y te alineaba a Romerito recién fichado y aún más recién bajado del avión, para doblegar al eterno enemigo, los autores, el editor, qué se yo, se vinieron un poco arriba y podrían haberse ahorrado el capítulo. Se escoge un tipo de letra un poco más grande y se rellenan páginas igualmente. Quizá un ataque de vanidad para demostrar que conocen el Chateau Petrus Pomerol. Como si uno hubiera nacido ayer.
En fin, si han llegado hasta aquí, se lo agradezco, si he hecho algo mal, como bien dice uno de mis últimos ídolos, estoy seguro que de que me lo recordarán con furia porcina en los comentarios.
Valoración del libro: 3,73343 / 5