Originalmente publicado en: https://blogs.masdividendos.com/el-rincon-de-pensar/2020/12/15/apologia-de-la-aceptacion/
“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia.” Plegaria de la serenidad, atribuida a Reinhold Niebuhr (1892-1971)
Antes de comenzar les advierto que igual les escuece algo de lo que lean, ese es el objetivo. Si puedo hacer que se detengan a pensar y que confronten alguna creencia adquirida será todo un éxito, eso sí, no se crean nada. Lo que voy a contarles me parece una buena base sobre la que enfocar la vida y, desde luego, la experiencia me ha demostrado que contribuye a una mayor felicidad.
Recojo el testigo de varios podcasts de +D en los que se ha mencionado este concepto, en especial de las entrevistas a Pablo Tovar y a Jon Pascua Ibarrola para hablarles de aceptación.
La aceptación es la piedra angular de la felicidad, entendida esta como un estado de profunda paz interior ante la realidad que vivimos. La realidad no es buena ni mala, la realidad es neutra. Lo único bueno o malo es la interpretación que hacemos de la misma y por tanto solo podremos alcanzar cierto nivel de felicidad cuando aprendamos a aceptar nuestra realidad en cada momento.
Pero cuidado, aceptar no es lo mismo que resignarse, aceptar requiere un profundo nivel de comprensión.
Tampoco se puede confundir la aceptación con el inmovilismo. Una vez comprendida una situación y aceptada, queda en mi mano actuar sobre ella y cambiar aquello que no me permite ser feliz.
Aceptar es reconocer, comprender y afrontar.
Y es que aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento.
Es importante distinguir el dolor del sufrimiento, puesto que el dolor es inherente a la vida, todos vamos a pasar por situaciones dolorosas: la pérdida de una pareja, de un ser querido, la enfermedad… pero el sufrimiento es algo que en gran medida depende de nosotros. Además, ocurre que los momentos de dolor suelen desencadenar los periodos de mayor aprendizaje y crecimiento personal.
Cuando nos enfrentamos a una realidad incomoda nuestro ego tiende a hacer que nos lo llevemos a lo personal, que intentemos cambiar cosas que no pueden ser cambiadas y en definitiva que suframos.
Por ello, cada vez que estemos sufriendo deberíamos preguntarnos inmediatamente:
¿Qué es lo que no estoy aceptando?
A partir de ahí hay que trabajar mucho y no es fácil, pero es un comienzo para dejar de sufrir.
No podría terminar esta entrada sin mencionar a Gerardo Schmedling y su “Aceptología”, un texto demasiado espiritual para mi gusto, pero del cual beben estas ideas.