Ahora que llega el calor les invito a zambullirnos en el refrescante mundo de las criptomonedas. Ya se vean Vds. como nativos de la tribu de los rebeldes financieros u ostenten orgullosamente sus siete apellidos bancarios con múltiples guiones, les animo a que se pertrechen de su wallet digital o bien de su bate de béisbol respectivamente y me acompañen en este viaje a un mundo en el que su dinero es tan real como su IA-novia y esperemos que también más fiel.
Imaginen un mundo en el que enviar dinero es tan fácil como compartir el enésimo negro del WhatsApp con el chat de padres del colegio en el que no repararon que padre sólo había uno y era Vd. y con el mismo potencial de hacerse viral. Es como si Internet hubiera tenido un bebé con una hucha de cerdito y ese bebé se hubiera transformado en el adolescente guerrillero que piensa que puede resolver todos los problemas del mundo.
Imaginen una moneda tan inclusiva que no le importe si es Vd. Alvs recogiendo donativos para financiar su intento de llevárselo crudo, un youtuber vendiéndoles un curso de cómo ser youtuber, cualquier Agencia Tributaria a la que no le importa que le paguen como sea más allá de que cuanto más mejor o un vendedor callejero en Pernambuco. Las criptomonedas son el gran redistribuidor digital, algo así como si Robin Hood fuera un programa informático con un problema de ludopatía.
Hablemos ahora de las stable coins. Algo así como el hermano mayor de Bitcoin, lo bastante enrollao para ser miembro de los cripto-ñetas pero sin el riesgo de que sus salvajes oscilaciones de valor te avergüencen en el cumpleaños de la abuela con todos tus cuñaos alrededor afilando los colmillos esperando al menor desliz. Perfectas para hacer transferencias internacionales sin tener la sensación de que estás jugando a la ruleta rusa.
Y ahora que sale el tema de la ruleta rusa, vamos a hablar también de la hiperinflación. Algo así como el juego de las sillas pero con los ahorros de toda tu vida y sin saber nunca si en algún momento la música puede dejar de sonar. Es aquí donde las criptomonedas se abren la camisa y SuperCoin al rescate nos promete el equivalente financiero de un refugio nuclear. Porque nada suena más a estabilidad económica como una moneda con nombre de perro ¿verdad?
Pero he aquí la madre del cordero; en un mundo en el que puedes hablar por video conferencia con esa chica soltera que sólo busca compañía y te eligió a ti de forma totalmente gratuita (al menos para empezar) ¿por qué mover tu dinero internacionalmente cuesta más que si tuviéramos que pasar la frontera andando y cargando con lingotes de oro a la espalda? Es aquí donde las criptomonedas le preguntan al sistema financiero tradicional “¿por qué estás tan serio?”
Y para los que les preocupa el lado oscuro del cripto ¡no teman! usar un libro permanente y trazable para sus operaciones turbias es más o menos igual de inteligente que robar un banco y dejarte el DNI encima del mostrador. ¿Quién iba a decir que los delincuentes prefieren el dinero en metálico? ¡Se diría que no quieren tener un registro permanente de sus fechorías! ¿Qué será lo siguiente?
Parece pues, que independientemente de si es Vd. un milenial ducho en tecnología y cansado de explicarle el Bitcoin a su abuela, o un escéptico boomer que se pregunta si debería cambiar sus lingotes de oro por dogecoins, las criptomonedas han llegado para quedarse, o para implosionar espectacularmente. De un modo u otro parece que lo pasaremos bien mientras la deflagración o el FOMO no acaben con nosotros.
¿Y qué mayor placer si además de multiplicar nuestros euros todavía no del todo digitales en millardos digitales le damos una buena lección al rancioabolengo financiero-gubernamental en pos de la añorada Ítaca anarcocapitalista? Bueno eso sería ya la guinda de nuestro descentralizado pastel.
Agárrense fuerte mientras esté encendido el cartel de HODL permanezca encendido y prepárense para la montaña rusa que hará que la renta variable sea el equivalente en comparación a bailar la conga en la cena de la empresa. Bienvenidos al futuro del dinero, bizarro y salvaje y puede hasta que funcione. O no. Pero bueno, esa es la parte divertida ¿no?