No me negarán que hemos tenido una semana de lo más interesante. Lo que empezó como una ligera turbulencia, acabó como … como una turbulencia un poco mayor, Nihil novum sub sole.
Unos días hace sol. Otros llueve. Otros hay tormenta.
Siempre me gustó fijarme en el comportamiento de los demás. No por pensar que uno es un ser superior y está por encima del bien y del mal, sino porque es bastante más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, y en determinadas ocasiones, ver su paja, te hace un poco consciente del principio de tu viga.
Tengo algunos recuerdos de hace muchos años, cuando de vez en cuando íbamos a las fiestas de toros que hacen, o hacían porque ya no voy, en los pueblos valencianos. Recuerdo perfectamente la sensación de nerviosismo antes de que sacaran al pobre bicho . Recuerdo también como algunos matasietes, bravuconeaban con como enfrentarían a la bestia, y como se generaban miles de historias diferentes sobre el forzado invitado. Otros simplemente se callaban, se estiraban, y se preparaban para acercarse al animal de manera valiente y a veces suicida, echándole arrojo de verdad.
En el fondo, lo que se respiraba era miedo. Simple y llanamente. Una emoción primaria que cada cual conjuraba a su manera. Un miedo que tiene un olor determinado y contagioso. Un almizcle amargo y potente.
Volviendo a nuestros terrenales negocios, aquí pasa más o menos lo mismo. Hay periodos de miedo, otros de avaricia, hay toros, que luego los mata el oso, para volver a ser ejecutados por otro astado.
Ya ven, aquí los toros se resarcen, y no son los que más pierden de la historia. Siempre acaban ganando.Y siempre acaban muriendo para volver a nacer.
La vida del oso es complicada. Debe ser más o menos como ser Moro, en los Moros y Cristianos de Alcoi. Te preparas cada año con tus mejores galas para el momento más decisivo del año. Ganas. Y acabas de nuevo sometido al final de las fiestas. Una vida dura y desagradecida, que duda cabe.
Nacer. Luchar. Morir. Repetir.
Y entre medias, estamos nosotros. En la placita de pueblo con barrotes oxidados en la que nos han cambiado , o eso creemos , al toro por el oso. Lanzamos proclamas de que no tememos al oso, o escribimos tonterías como esta que leen. Otros se quejan de cuando el oso les ha metido un zarpazo, como si eso no fuera algo lógico y esperable.
Tendemos a pensar que nuestro patrimonio una vez alcanza el valor de X, debe seguir siendo X y no cercernarse en dos terceras partes. No pensamos en ello cuando lo multiplicamos por dos. Ahí lo merecíamos.
Ni usted ni yo nos merecemos nada. Acéptelo. La vida en general, y la inversión en particular van de expectativas. Cuanto más espere por derecho propio, más sufrirá. Y aquí se sufre. Y los zarpazos, duelen.
Hay una ley no escrita, por la cual, una vez que usted haga una entrada fuerte en alguna empresa, esta , o el mercado en general, caerá. Algunos le llaman la ley de Murphy, y otros que el destino es un tocapelotas, pero el resultado es el mismo.
Yo mismo hice una entrada fuerte en BPY hace unos días. .Joder , Jose, ya te vale, has clavado el timing.
Luego te vas a dar un paseo y piensas.
Cuando le preguntan a la gente mayor de que se arrepienten en su lecho de muerte, la mayoría se arrepienten de cosas que no han hecho. Y yo he ido siempre con el acelerador bien pisado. Es un estilo que decidí adoptar en su momento. Tengo liquidez. Invierto.
Ahora está bien fustigarse. A los seres humanos nos encantan los cilicios mentales, y cuanto más irreales y dolorosos, mejor. Lo que no pensamos es que el noventa por ciento del tiempo, tu estrategia te llevó a donde estás ahora. Y que te volverá a llevar arriba.
Da igual que inviertas en fondos o acciones. El rodillo de los ciclos te amasa sin piedad. Es necesario.
Probablemente sea otro de esos matasietes sacando plumas de pavo real para conquistar a la reina de las fiestas, pero a estas alturas de mi película me la trae un poco floja que vengan a vernos los osos amorosos. Palabrita del Niño Jesús.
No tengo liquidez, pero la iré teniendo, Dios mediante, durante los siguientes meses. Y el sol se pondrá. Y saldrá de nuevo mañana.
Y cuando mire la cartera, aún sabiendo que es mejor no mirarla, sonreiré para mis adentros tras ver el importante destrozo, y pensaré…a veces te comes al oso…y otras el oso, te come a tí.